Larissa Benedetti es un ejemplo de resiliencia para aquellos colombianos retornados que deben empezar de nuevo. A sus 65 años está dándole vida a ‘5 Sentidos’, un emprendimiento de cosmética natural en Medellín, con el que se labra su destino tras 35 años de vida en Venezuela.

Irse una vez, armar una vida con mérito y tener que dejarla por asuntos ajenos a su voluntad para volver al origen y empezar de cero, es la historia de muchos colombianos que migraron hace años hacia Venezuela y que ahora regresan al país buscando nuevas oportunidades.

Retornar es un gran reto, y más aún cuando esa realidad llega a los 65 años, como le pasó a Larissa Benedetti. “Me fui de Colombia en 1982 y llegué de nuevo en 2017”. Vivía muy cerca de Caracas y tuvo una empresa de asesoría contable, tributaria y laboral con la que se sostuvo con comodidades durante los 35 años que estuvo en Venezuela.

Vino a Colombia de visita y, sin buscarlo, encontró un trabajo que la hizo visualizar la idea de quedarse.  Aceptó, sorprendida ante la posibilidad que se le abría a su edad, sin embargo, cuatro meses después su empresa cerró y ella volvió a quedar ‘en cero’. Tiempo después la historia se repitió: su hija había decidido volver de Venezuela a Medellín y encontró trabajo para las dos en una litografía. Tres meses de trabajo y llegó la pandemia. El COVID-19, dejó los sueños de ellas y de los dueños del negocio en pausa.

Pero los años son sabios. Aún con el ánimo bajo, Larissa se armó del valor con el que levantó sola a su hija y siguió adelante con ‘5 Sentidos’, un negocio de cosmética natural.

Como hobbie en sus años de estabilidad en Venezuela aprendió a hacer jabones, cremas, velas y fragancias naturales. Lo hacía tan bien y le gustaba tanto, que estableció su marca y la convocaron de la municipalidad donde vivía para enseñar lo que sabía, a poblaciones en condición de vulnerabilidad.  

En Colombia lo ha hecho de a poco, a pesar de las dificultades para conseguir la materia prima, pero ha ido levantando su marca y ahora se siente orgullosa de que sus productos han llegado a Estados Unidos. Eso pasa cada vez que “alguien puede viajar y llevar algún pedido a los conocidos”, pero son pequeñas victorias que le dan ánimo para continuar.

“Siempre he sido jovial y me he mantenido activa”, dice con una voz que efectivamente refleja menos edad de la que tiene. Larissa tiene apertura para tomar las oportunidades y aceptar los desafíos, quizás por eso, y como fruto de la constancia, su negocio está a punto de recibir un aporte económico que la ayudará a fortalecerlo.

Este apoyo económico es parte del proceso de acompañamiento a proyectos productivos del Programa de Estabilización Comunitaria (CSA) de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) desde su Fondo de Donaciones, implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y operado en Medellín por la organización Presencia Colombo Suiza. Como ella, otras 50 personas entre nacionales venezolanos y colombianos retornados que han decidido emprender, recibirán fortalecimiento económico para sus negocios.

Este proceso ha incluido capacitación en asuntos empresariales y acompañamiento psicosocial que, para Larissa, ha sido fundamental. “Esto me ha levantado la autoestima porque estaba muy decaída ante tanta adversidad”, reconoce agradecida. “Nunca fuimos de mucho dinero, pero teníamos nuestra vida organizada, y vernos aquí limitadas en tantas cosas es difícil porque lo emocional te bloquea”, explica.

En algunas oportunidades alcanzó a pensar en dejarlo todo”, pero su espíritu positivo la mantiene al día, por eso ni las redes sociales ni los domicilios le han quedado grandes. “Si yo no entiendo, pregunto hasta que me defiendo”.

Larissa tiene su laboratorio en una habitación del apartamento en el que vive con su hermana y su hija, y allí produce ya 17 productos como jabones, cremas, brumas para lencería, entre otros artículos. Diariamente dedica, por lo menos, una mañana a su trabajo, bien sea produciendo, creando nuevas recetas o mejorando algún asunto de la presentación y la marca. Y no le tiene miedo, como dice, a amanecer si tiene que hacer un despacho.

Próximamente recibirá implementos que le permitirán mejorar la elaboración de sus productos, y mientras tanto seguirá apoyando a sus compañeros en este proceso compartiendo todo el conocimiento contable y administrativo que traía desde antes, algo que para ella es también una manera de retribuir lo que la vida le ha dado y también una oportunidad de conocer a otras mujeres que, como ella, luchan por la sacar adelante sus familias, incluso con menos herramientas.

El proceso de retorno ha sido para Larissa y su familia una ocasión que, aunque difícil, les ha permitido salir de su zona de confort: “He abierto los ojos y me he fortalecido. Tal vez era lo que tenía que vivir”, concluye.

 

SDG 1 - FIN DE LA POBREZA
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SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 11 - CIUDADES Y COMUNIDADES SOSTENIBLES
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