Rosa Rojas es venezolana. Samir Muñoz es cubano. Se conocieron en Venezuela y vinieron a Colombia para empezar una vida juntos. Tienen una cafetería, pero su sueño es crecer más con su negocio, generar empleo, tener un hijo y aportar a su comunidad.

A Rosa Rojas y Samir Muñoz los unen tres cosas: el amor, la distancia con su patria y las ganas de salir adelante. Se conocieron en Venezuela hace algo más de tres años y, con apenas un par de meses de estar saliendo, decidieron probar suerte en Colombia.

Ella es ingeniera en informática y él licenciado en Música, pero esos saberes están, por lo pronto en reposo, mientras sus vidas se mueven entre el servicio al cliente y la cocina.

Llegaron a Ipiales (Nariño), en la frontera de Colombia con Ecuador, gracias a la mano que les tendió un amigo de la familia de Rosa. Llegó ella primero, tras un viaje cargado de nostalgia: “Era la primera vez que viajaba sola y la primera vez que salía de mi país”, recuerda aún emocionada, pero mucho más fuerte.

Samir le siguió los pasos a Rosa apenas unas semanas después y, desde entonces, estuvieron trabajando como camareros en hoteles o apoyando funciones de cocina en restaurantes. Hasta que la vida les puso en frente una nueva oportunidad: un amigo que habían hecho durante su tiempo en el pueblo les vendió su negocio. “Nos vio las ganas de trabajar, de salir adelante y se decidió a dejárnoslo”.

Mes a mes, Rosa y Samir guardaban cada peso que podían y así lograron conseguir lo necesario para hacerse al negocio. Llenos de sueños, dedicaron toda su energía a sacarlo adelante: lo cambiaron de lugar, modificaron sutilmente el nombre y le imprimieron su toque personal. Buscaban traer a Colombia algo de sus raíces y quisieron vender recetas cubanas -por él- y venezolanas -por ella-, pero tuvieron que cambiar de idea. “Pensamos que iba a ser un boom, pero fue un choque en la cabeza porque Ipiales respeta mucho sus tradiciones y sus costumbres”, señala Samir.

Y como todo buen negociante, no pelearon contra el mercado, sino que aprendieron a navegar en él, así que se han enfocado en lo que les gusta a los lugareños: los buñuelos, las donas y los desayunos con arroz. Ni él en Cuba ni ella en Venezuela habían conocido esa tradición, pero la asumieron como propia y es una de las claves de su éxito.

La otra es la dedicación: ella se ha concentrado en hacer cursos para mejorar los productos en la cocina, y él ha estado aprendiendo asuntos de contabilidad y administración para llevar el negocio con orden. Para ello, han usado el apoyo recibido por parte del Programa de Estabilización Comunitaria de la Agencia de Estados Unidos para el desarrollo (USAID) implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y las acciones realizadas con la Corporación Industrial Minuto de Dios en Nariño. A través de sus procesos de fortalecimiento a los emprendimientos de nacionales venezolanos, que incluyen educación, acompañamiento y apoyo en la adquisición de insumos para el fortalecimiento de sus negocios, Rosa y Emir han fortalecido su negocio.

El proceso de acompañamiento de USAID-OIM y la Corporación incluye la entrega de dotación. “Cuando llegue va a ser magnífico”, dice Rosa quien está a punto de recibir un horno, una nevera y algunos artículos que se requieren en la cafetería y que permitirán mejorar las condiciones de su emprendimiento.

Su método es trabajar incansablemente y ahorrar cuanto más pueden. Así, se sienten preparados para lo que venga. Samir quiere un hijo. Y ambos desean que su cafetería “Tres Esquinas” se consolide: “que sea reconocida y que tengamos sucursales. Queremos seguir adelante y no bajar la guardia para ayudar a más gente a generar empleo y tener más ingresos”.

Rosa y Samir resaltan la acogida que han tenido en el país y del círculo de personas que ellos mismos se encargaron de construir e ir cultivando. “Colombia nos ha recibido con las manos abiertas, la mayoría de la gente ha sido maravillosa y no tenemos más sino agradecimiento”, indica Rosa.

Por eso, también quieren retribuir lo que han recibido. Por lo pronto tienen una empleada, pero la intención es poder ser para otros la mano que a ellos los alentó. “Venimos a trabajar, a aprender con humildad y con respeto. Venimos a sumar”.

Rosa Rojas es venezolana. Samir Muñoz es cubano. Se conocieron en Venezuela y vinieron a Colombia para empezar una vida juntos. Tienen una cafetería, pero su sueño es crecer más con su negocio, generar empleo, tener un hijo y aportar a su comunidad.
SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 17 - ALIANZA PARA LOGRAR LOS OBJETIVOS