Wilmore Raúl Silva y su familia salieron de Venezuela para garantizarles seguridad, alimentos y salud a sus dos hijos. Buscan llegar a Ecuador para reiniciar allí sus proyectos de vida.

Muchas personas han emprendido su viaje de Venezuela a Colombia solos, pero otros se han visto obligados a salir de la mano de sus parejas e hijos. En las carreteras del país es usual encontrarse con familias venezolanas de cinco o hasta más de diez integrantes. Mientras caminan, arrastran con ellos maletas de todos los tamaños, en donde llevan las posesiones que lograron empacar.  Están caminando para llegar a la zona fronteriza de Colombia con Ecuador.  Dicen que tienen amigos, familiares o contactos en Ecuador, Perú y Chile, que allá, en esos países prósperos, los están esperando para reiniciar sus vidas. 

 

A finales de julio del año en curso, cerca de 400 venezolanos se encontraban instalados en un campamento improvisado ubicado a las afueras de la Terminal de Transportes de la ciudad de Cali, Colombia, en el sector del ‘Jarillón’. Situación que se vio resuelta gracias a la articulación interinstitucional, que permitió atender, caracterizar y facilitar el tránsito de algunas de estas personas hasta el puesto de control fronterizo del Puente Internacional de Rumichaca (Ipiales, Nariño).  

 

Wilmore Raúl Silva y Omir Elena Castro, son una de las tantas parejas de esposos que encontraron refugio en el campamento.  Ellos, junto a sus dos hijos, un adolescente y un bebé de tan solo un año de nacido, viajaron desde Valencia, Estado Carabobo en Venezuela.  Ingresaron a Colombia por uno de los pasos fronterizos del departamento de Arauca.

 

A pesar de tener trabajo en Venezuela -ella era directora de un preescolar, y él electricista-, la familia decidió emprender este viaje porque, según ellos, en su país los alimentos y las medicinas comenzaron a ser inaccesibles.  “Para comprar un solo paquete de pañales era necesario un sueldo de cuatro meses de trabajo… La necesidad de poder darle seguridad y salud a mis dos hijos hizo que saliéramos del país”, comenta Omir Elena.

 

Omir Elena Castro. En Venezuela era docente directora de un preescolar.

El primero en salir de Venezuela fue el esposo, quien se aventuró con un grupo de familiares en busca de un trabajo que le permitiera reunir el dinero necesario para cubrir los gastos del traslado de su familia.  Él, su esposa y sus hijos se reencontraron luego en la ciudad de Cali.

 

“Queremos llegar a Quito, allá tenemos una compañera y estamos coordinando para comenzar a trabajar allá, y hospedarnos allá. Dios mediante nos vaya bien y podamos comprar nuestra casita porque tuvimos que vender la casa en Venezuela, y bueno, tratar de reunir platica para enviársela a nuestra familia que está pasando necesidades allá (en Venezuela)”, dice Wilmore Raúl.

 

Sin embargo, los gastos del ‘día a día’ dificultaron que la familia pudiera salir de Cali, y por eso aguardaban en el campamento del ‘Jarillón’, mientras reunían el dinero suficiente para iniciar la ruta hacia el sur. 

 

Gracias a la operación de traslado humanitario, que fue coordinada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) –con el respaldo financiero del Fondo Central de Respuesta a Emergencias de las Naciones Unidas (CERF por su sigla en inglés)-, y conjuntamente con Migración Colombia, la Defensoría del Pueblo, la Gobernación del Valle, la Alcaldía de Santiago de Cali, la Arquidiócesis de Cali, la Pastoral Social, Congregación de los Misioneros Scalabrinianos, la Fundación Casa de la Tercera Edad, la Cruz Roja Internacional,  el Programa Mundial de Alimentos (PMA/WFP) y otros socios  se facilitó el tránsito de cientos de venezolanos desde la ciudad de Cali hacia el Puente Internacional de Rumichaca (Ipiales, Nariño), frontera con la República de Ecuador. Esta operación se llevó a cabo entre julio y agosto de 2018.

 

Así se llevó a cabo el proceso ordenado de caracterización de venezolanos, en el hogar de paso de Cali, cerca al sector del ‘Jarillón’.

La familia de Wilmore Raúl y Omir Elena fue una de las tantas beneficiadas por esta operación.  Junto a ellos, viajaron otras 77 personas a bordo de tres autobuses, que salieron de Cali el 01 de agosto, a las 5 de la tarde. Más de 600 venezolanos varados en Cali lograron llegar al Puente de Rumichaca para continuar su tránsito hacia otros países del sur del continente.

 

Oscar Ospina, quien trabaja como enlace territorial de la ciudad de Bogotá para el Proyecto CERF de la OIM, expuso que, para atender la emergencia de la ciudad de Cali, se buscó estabilizar a las familias de venezolanos con albergue temporal y alimentación. También se incluyó a estas personas en la Matriz de Seguimiento de Desplazados (DTM por sus siglas en inglés) de la OIM, para analizar su nivel de vulnerabilidad.  Igualmente, se les brindó un transporte y recursos económicos para garantizar un traslado ordenado y digno hasta la ciudad de destino.

 

“Eso fue como una luz en la oscuridad porque a parte de mí, mi esposa y mis hijos, a otras personas ayudaron (…). Sentimos alegría, porque salimos rumbo a un destino que teníamos propuesto; que ya se está haciendo más realidad, solamente faltan horas para llegar a nuestro punto, que es Ecuador”, comentó Wilmore mientras viajaba, llevando en sus brazos a su pequeño hijo, en uno de los autobuses puestos a disposición de los venezolanos que expresaron su deseo de continuar la ruta hacia otros países del sur del continente.

 

Wilmore y su pequeño hijo en el autobús que los llevó hasta Ipiales. El viaje inició a las 5:00 p.m. en Cali.

La operación, que se extendió hasta la primera semana de agosto, brindó condiciones humanas a toda la población venezolana, que fue atendida en los diferentes hogares de paso de Cali e Ipiales.

 

Después de un viaje por carretera de 9 horas, que cubre 475 km, los autobuses llegaron al hogar de paso Buen Samaritano en la ciudad de Ipiales, de la Diócesis y la Congregación de los Misioneros Scalabrinianos, en donde fueron recibidos también por un funcionario de la OIM.  Allí, el grupo de venezolanos recibió alimento, camas para descansar y un kit de aseo personal para el camino. Después de dos horas de descanso, los microbuses arribaron al hogar de paso para conducir a los venezolanos a su paso final para salir del país. El Puente de Rumichaca quedaba a tan solo 10 minutos en carro desde Ipiales.

 

Wilmore descargando las maletas de su familia en las afueras del hogar de paso en Ipiales.

 

Venezolanos recibieron atención digna en el hogar de paso en Ipiales.

En el punto de control fronterizo, Omir Helena y su esposo recibieron la Tarjeta Andina Migratoria, un documento emitido para controlar el ingreso y salida de personas del territorio de los países miembros de la Comunidad Andina de Naciones -CAN- (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia).  Así expresó ella su agradecimiento por los beneficios que recibieron en la ruta entre Cali e Ipiales:

“Jamás creímos que el proceso fuera tan hermoso y tan bien organizado como lo fue, porque fue impresionante. Ahora lo que toca es seguir y seguir, y continuar rogando para que la realidad de Venezuela cambie, porque nosotros queremos volver”.

 

En el puesto de control migratorio de Rumichaca, Wilmore y Omir recibieron la Tarjeta Andina Migratoria y se preparan para ingresar al país vecino de Ecuador.

 

“Cuando uno venía en el camino, nos unimos el de Carabobo, el de Aragua, el de Maracay, el de Ciudad Bolívar, con un mismo sentido: salir de una problemática que tenemos para seguir adelante.  Y a pesar de que somos de estados diferentes, siempre nos une algo, que es la misma convivencia de ser venezolanos, de ser familia, a pesar de que no nos conozcamos, a pesar de que no seamos sangre de sangre, nos une un mismo sentimiento: rescatar a nuestra Venezuela, Dios mediante sea pronto”, dijo Wilmore Raúl antes de abordar un vehículo para ingresar con su familia al interior de Ecuador.

En el transcurso del día, y durante toda esa semana, otros autobuses con nuevos grupos de venezolanos llegaron a Ipiales desde Cali.