Yudeima Montiel y José Fulgencio Boscán, pertenecientes al pueblo Wayuu, son dos de los participantes del proyecto con unidades productivas en la Alta Guajira financiado por el Fondo de Donaciones del Programa de Estabilización Comunitaria de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Con insumos y capacitación para la creación de huertas comunitarias y galpones de pollos de engorde y gallinas ponedoras, acceden a una mejor calidad de vida para sus familias y comunidades. Conoce más de su historia. 

 

Yudeima y José Fulgencio saben que su etnia Wayuu, en la Alta Guajira, viene afrontando una situación crítica debido a cambios extremos del clima y del territorio, afectando los medios de vida de su gente y de las personas que han decidido retornar o migrar desde Venezuela hasta esta zona. Por esta razón, han decido aportar al desarrollo de sus comunidades promoviendo iniciativas productivas que son posibles gracias a los programas de Estabilización Comunitaria (CSA, por sus siglas en inglés) e Inclusión para la Paz (IPA) de USAID, implementados por el Fondo de Donaciones de CSA con el apoyo de la Fundación Alpina en La Guajira.  

 

El proyecto tiene como objetivo fortalecer los sistemas productivos e integrar nacionales venezolanos, colombianos retornados y comunidades de acogida, en la comercialización de alimentos, mejorando las condiciones nutricionales y de seguridad alimentaria de la comunidad. 

 

Yudeima hace parte de este proyecto desde agosto de 2018, cuando inició con un galpón de pollos de engorde, oportunidad que le ha permitido mejorar sus ingresos y obtener conocimientos sobre la cría y cuidados de estas aves. Esta colombiana de 30 años retornó de Venezuela a este territorio, con la esperanza de encontrar mejores condiciones y oportunidades para sacar adelante a sus tres hijos. 

 

Antes de participar en este proyecto, Yudeima se desempeñaba esporádicamente como auxiliar docente en la escuela de la comunidad de Monterrey, muy distante de donde vive. Ella resalta que, desde su vinculación a la iniciativa, dispone de más tiempo para estar en casa con sus hijos, dejando atrás las largas horas que le toma su desplazamiento.   

 

“Agradezco a Mareiwa (Dios), a la familia que me acogió de nuevo en este territorio ancestral, a USAID, OIM y a la Fundación Alpina por su solidaridad y apoyo”, señala Yudeima.  

 

Complementario a esta actividad productiva, en los encuentros comunitarios Yudeima ha aprendido sobre el trabajo en equipo y la participación en la toma de decisiones, así como el desarrollo de un mejor relacionamiento con otras comunidades. 

 

Al igual que Yudeima, en la comunidad cercana de Anuwou, el líder tradicional José Fulgencio Boscán revivió su sueño de cultivar la tierra. Recuerda de su infancia, cuando, en ese entonces el arroyo fluía en el territorio por lo que la producción agrícola estaba, de alguna forma, garantizada por la naturaleza: “Había mangos, cocos, sorgo, maíz, etc., sin embargo, debido a los cambios de clima, el arroyo se secó y todos los cultivos se secaron, y las huertas quedaron sin nada”, asegura Boscán.  

 

Actualmente, construyó una huerta comunitaria con sistema de riego a través de un trabajo conjunto que contó con la participación de todas las familias de la comunidad; lo que ha permitido cultivar de forma continua y así mejorar los ingresos y las condiciones de sus habitantes. Afirma se siente feliz con la dotación de un tanque de agua con mayor capacidad, el cual incrementará la producción trayendo beneficios a la huerta comunitaria, a la huerta casera, al galpón de pollos de engorde y a las gallinas ponedoras.  

 

Resalta que, en la huerta comunitaria, cultivan productos para el autoconsumo como la yuca, frijol, maíz, cilantro, ají y tomate. "Nos sentimos bien agradecidos por el apoyo para tener hoy en día un sistema de riego, la motobomba y los paneles solares, esenciales para poder cultivar lo que nos ha permitido alimentarnos mejor gracias a todo lo que cultivan, complementado con la carne de chivo”, agrega José Fulgencio.