Sereno, sonriente y con la capacidad de transportar a sus invitados y visitantes a las raíces más profundas de la Africanía, así es Sergio Antonio Mosquera Mosquera, quien además, y como él mismo se define, es historiador de vocación, de formación y de profesión.

Este hombre, quien se dedica a la docencia, investigación y extensión, tiene un legado en forma de barco negrero, que no tiene límite a los ojos, porque a pesar de que se mida en metros cuadrados, su visión infinita permite que quienes lleguen a San Francisco de Quibdó, en la capital chocoana, vean en la casa donde se construyó el Centro de Memoria Afrodiaspórica Muntú Bantú, el pasado, presente y futuro de quienes con orgullo hablan de la descendencia africana.

 

 

Su madre es una gran inspiración, y la partera que acompañó su nacimiento y lo ‘ombligó’, como se hace en las comunidades que respiran las tradiciones ancestrales, han sido dos mujeres a quienes menciona cuando habla de los impactos que ha tenido en su camino. Ellas dejaron huella a partir de la curiosidad inculcada desde niño, y con el misterio que conlleva dar a luz y compartir la esencia del pequeño, con la flora y fauna que lo acompañarán de por vida.

Sergio Mosquera, motivado por los conocimientos y la pasión que su madre le compartía de la historia negra, llega a la universidad sin conocer muchos textos pero sí mucha oralidad, por lo que se decide a construir un puente entre los documentos que iba encontrando y la tradición oral. “Toda mi vida he tratado de intentar armar ese rompecabezas, hay muchas piezas del conocimiento de la gente afro dispersas…pero hay muchas piezas que pueden encajar... es ver como la fragmentación de las piezas se encuentran en diferentes lugares con población negra, y ver cómo encajan de una manera lógica y analógica, y así entender la comunidad”.

Es así como lleva toda su vida buscando piezas en forma de textos, instrumentos, máscaras, sillas, animales, etc……esas que recrean los diferentes espacios que se acompañan de murales llenos de arte, frases de Nelson Mandela, Bob Marley y un sinnúmero de referentes étnicos,  que expresan -en cada rincón- la Sabiduría de los Congos, esa descendencia de donde proviene su historia personal y que acompaña a la raza negra en tantos rincones del mundo.

 

Sergio Mosquera en compañia de Leidy Ángulo, Gerente de Innovación, Patrimonio y Diversidad Cultural del Programa Inlcuisión para la Paz

 

Esta iniciativa, que lleva más de 10 años manteniendo viva la historia de las raíces de la población afro, es un escenario de fortalecimiento comunitario al permitir que la gente se reencuentre con sus orígenes; es un lugar donde la diversidad cultural se expresa a partir de los artículos que reflejan la herencia musical, artística, literaria y cinematográfica; es un barco que navega con la historia del patrimonio de los afrocolombianos, y que invita a comprender cómo, todos, somos una sola humanidad.

Junto al profesor Mosquera el recorrido por cada una de las zonas del Centro de Memoria es una oda al amor por lo que hace. Él habla de su lucha incansable por lograr este espacio, su sueño por crear más salas de formación, las ganas de hacer que este “Museo” mantenga sus puertas abiertas, aún cuando él no esté, porque sin duda alguna, quien llegue a tocar sus portillas, tiene un propósito que va más allá de realizar una actividad cultural; es la oportunidad del reencuentro, del autoreconocimiento y la garantía de hacer sentir perplejo a cada visitante, del trabajo logrado por un maestro que no ve en el lucro la riqueza, sino en el dejar atrás la ignorancia, saciando la curiosidad de infantes y adultos.

 

 

 

“Yo hago lo mismo que hace un partero o una partera o un curandero, ellos solucionan problemas médicos, yo soluciono problemas de conocimiento…porque cuando tú desconoces algo, eso te genera angustia…Yo tengo gente que cuando viene y me dice su apellido y le explico sus orígenes, ellos me dicen ‘Ahora sé de dónde vengo’…eso soluciona un problema”, afirma Mosquera; lo que sin duda alguna habla de la fuerza de su conocimiento y de la necesidad de seguir viendo, desde su caminar silencioso -como él mismo lo dice-, la manera en que deja huella para nacionales colombianos y extranjeros que llegan al Chocó en búsqueda de conocimiento.

Y es que esta iniciativa también surge como resultado de la experiencia propia. Cuando el historiador viajaba a cualquier parte del mundo, pedía que lo llevaran a un museo, pero nunca se veía reflejado. “Como miembro de un grupo étnico, no me narraban en los museos. En el museo Nacional no me narran, en el museo de Antioquia no me narran, en el Museo de Arte de Nueva York no me narran…entonces nace la intención de hacer algo donde nos pudiéramos ver, donde nos pudiéramos contar…sí hemos existido, sí hemos hecho…donde nos pudiéramos explicar desde la historia de África y sus afrodescendientes”; intención que quedó plasmada en el Centro de Memoria Afrodiaspórica.  

 

 

Este lugar que es un referente para la historia de la humanidad, es una realidad al superar el mayor reto que tenía el Profe Mosquera quien creyó que no era capaz de hacerlo, pero quien se dijo: “lo voy a hacer como un acto de rebeldía y de autonomía”. Es así como hoy “Cada sala es un libro visualizado o parte de ese libro. Son Investigaciones puestas en escena…en un Chocó que es un mundo mágico por descubrir”. Lugar al que siempre regresa porque no puede vivir sin la lluvia, la selva y la gente negra, según sus propias palabras.

Este hombre es un constructor de un legado que espera seguir haciendo palpitar corazones, con los descubrimientos que los curiosos encuentran tras el saludo del historiador que se roba la respiración con los conocimientos que imparte y la humildad con la que los comparte. Él, quien no cree mucho en la institucionalidad sino en lo aguerrida que debe ser la gente para cumplir con sus propósitos de vida, permitió que el Programa Inclusión para la Paz, rompiera un poco su forma de trabajar y lo ayudara con un poco de visibilización. Y es que las grandes obras son dignas de ser mostradas al mundo.

 

 

Para Sergio “Un programa como Inclusión para la Paz debe tratarse de darle a la gente igualdad de oportunidades para la vida…Saber que hay unos sectores de la humanidad que debido a unas condiciones sociales, económicas y políticas, se encuentran en una situación de abandono, entonces es trabajar desde cómo podemos ayudar a levantar y empoderar esa población…Es un acto humano, luchar por esa población ya sea étnica, ya sea con limitaciones físicas, entonces sí creo que es importante seguirle apostando a eso…este Programa, puede ayudar a construir una nueva sociedad, ese sueño de una humanidad más incluyente, más equitativa, más justa”. Tres objetivos que seguramente cubren la misionalidad del Programa de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y que están en sincronía con lo que el Profe Mosquera está logrando desde el departamento del Chocó.