“¿Xenofobia? ¡Aquí, nunca!”. Eso dice Albany Ballesteros, una llanera venezolana que vive en Bogotá hace tres años y trabaja hace un mes como auxiliar en la cadena de comidas rápidas Sierra Nevada, como parte de un programa de inclusión laboral con el que apoyan poblaciones vulnerables: personas con discapacidad, víctimas de la violencia y población refugiada y migrante proveniente de Venezuela, entre otras.  

Albany entró a la empresa a través del Programa de Estabilización Comunitaria de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). En articulación con la Corporación Minuto de Dios en Bogotá, se abrieron 11 nuevas vacantes laborales para nacionales venezolanos y colombianos retornados. Pero no son los únicos, pues a diciembre del año pasado nacionales venezolanos conformaban el 13% de la nómina de la microempresa, que tiene en total 140 empleados. 

Entre ellos también hay un 3% de colombianos retornados provenientes de Venezuela, 20% de personas víctimas de la violencia, 10% de personas con discapacidad auditiva, y un 4% correspondiente a jóvenes con un primer empleo.

   

Es el caso de Miguel Ángel Martínez, un joven de 22 años de Mérida (Venezuela) que llegó a Colombia a sus 19 años. Vino solo y tiempo después, cuando ya había logrado el trabajo en Sierra Nevada, llegó su novia. Hoy en día se encuentran casados y tienen dos hijos “Una familia a la que puedo sacar adelante, gracias a la estabilidad laboral”, dice contento sobre las oportunidades que se le han abierto en Colombia. 
Tanto él como Albany tienen afinidad y gusto por los trabajos en gastronomía. Ella tenía en Venezuela su propio negocio de comidas rápidas y él comenzó con la elaboración y venta de empanadas tan pronto llegó a Bogotá. Ambos quieren seguir estudiando y escalando posiciones en la empresa para alcanzar sus sueños. 

 

Opciones de progreso

“En Sierra hay desarrollo de carrera”, señala Marcela Covelli, gerente de Talento Humano de la compañía, quien explica la estrategia de inclusión como parte de la misión de la microempresa a la que pertenece. “Cuando hay una vacante no hay discriminación para el que quiera participar en el proceso”, señala.

Hasta ahora eso le ha gustado a Albany, porque desde la entrevista de selección notó ese buen ambiente. “Para ellos todos merecemos el mismo trato, tenemos los mismos derechos y deberes. Eso lo dicen desde el comienzo y tienen razón en no denigrar a nadie”, manifiesta la joven, quien encontró en Sierra su tercer empleo formal en Colombia.

Ha contado con suerte y ha logrado ubicarse bien y rápidamente; sin embargo, esta es la primera vez que va a tener beneficios extralegales como una cooperativa en la que puede ahorrar, solicitar créditos y contar con un auxilio funerario en caso de que ella o algún familiar lo requiera.

Por eso, con solo un mes de estar vinculada ya está proyectando lo que hará con sus ahorros: por fin podrá volver a visitar su país y saludar a su mamá, a quien mes a mes le envía dinero para que pueda subsistir.
“Buscamos facilitar no solo el empleo, sino la verdadera inclusión en la vida productiva”, señala la gerente de Talento Humano de Sierra Nevada, contenta de saber que eso es lo que permite la transformación en la vida de una persona que llega a otro país en condiciones difíciles y luego puede hacer planes de futuro.

Ese es justamente el mensaje que esta empresa busca compartir en foros, con actores del sector privado y con aliados estratégicos que también trabajan para avanzar de la fase de respuesta humanitaria a la facilitación de la vida productiva para la empleabilidad y estabilización de la población venezolana y de los colombianos retornados en sus lugares de acogida. Con esa idea Sierra Nevada ha ido hasta el Parlamento Europeo, donde fueron ejemplo de inclusión laboral, y sus colaboradores repiten hasta el cansancio que “sí se puede, si se hace con el corazón”.

SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 17 - ALIANZA PARA LOGRAR LOS OBJETIVOS