Para Julia no hay sonido que se compare con el que hace las cuerdas de una guitarra al son de un pasillo o el más melancólico de los boleros. Cada nota tiene el poder de traer a su memoria los más cálidos recuerdos. Pueden transportarla también hacia el futuro, porque la conectan con lo que más añora su corazón. Más que un gusto, la música se ha vuelto su estilo de vida, al igual que lo fue para su padre. “Mi papá, el gran Julio Jaramillo, era ecuatoriano, pero conoció a mi mamá en Venezuela. Se conocieron en un evento en el que él cantaría. Mi papá me dio la vida gracias a la música, y gracias a sus canciones aún permanece vivo a través de las voces de quienes las cantan”, menciona Julia.

Mientras acaricia a Niño, quien desde hace dos años se ha convertido en su fiel compañero de aventuras, menciona con firmeza que arriesgarse a probar suerte en lugares lejanos a su terruño ha sido una constante en su familia. “Yo no le tengo miedo a migrar. Mis hermanos están en diferentes países y han logrado estabilizarse. Yo, igual. Hace ocho años salí de Venezuela y me radiqué en Quito. Estudié comunicación social y publicidad, desde muy joven entré al mundo de la radio. A través de la emisora pude empezar a hacer mis eventos culturales y de salud. Sin el amor por el arte y la cultura no lo habría logrado. Ese mismo amor me impulsó a vivir en el país de mi padre y me ha abierto las suficientes puertas para seguir haciendo lo que más me gusta, que es la radio y los eventos musicales”, cuenta.

Esa misma determinación la impulsó a viajar a Colombia en diciembre del 2021. Con el objetivo de estudiar en Medellín, Julia salió de Quito por vía terrestre. En un principio, llegar a su destino fue más fácil de lo que esperaba. Pero por inconvenientes relacionados con la información sobre los documentos y permisos requeridos para estudiar, no logró cumplir su sueño en ese momento.

“No pude arrancar en la academia. Entonces se me fue el tiempo tratando de solucionar los inconvenientes. Para vivir empleé el dinero que tenía guardado para mis estudios con la esperanza de obtener un empleo rápido, pero no fue así. Cuando se me acabó el dinero, prendí las alarmas y empecé a llamar a todo el mundo. Me contacté con la OIM, les conté toda mi historia y así fue como me ayudaron con el alojamiento”.

Julia y Niño estuvieron hospedados durante dos semanas en un hotel que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) gestionó a través de la Alcaldía local de Medellín. Durante ese tiempo, ella fue asistida con alimentación, entrega de artículos no alimentarios (NFI por sus siglas en inglés), asistencia médica y psicológica, además de facilitarle el servicio de transporte humanitario para realizar los trámites necesarios para su retorno.

“Debía regresar a Quito. Ahí estaba todo lo que necesitaba para volver a emprender con mis eventos musicales, pero no tenía los medios, ni siquiera la información de por dónde empezar. Estando en el alojamiento, me hablaron de la posibilidad de una ayuda para regresar a mi país, con todo y Niño. Aunque para la primera semana de junio ya estaba todo listo para regresar a casa, aún debí realizar muchos trámites para lograr mi regreso. En ese momento la OIM también me ayudó trasladándome a todos los lugares que necesité para tener todo al día y poder viajar”, explica. 

Al igual que Julia, en 2022 más de 26 mil personas han sido atendidas con el servicio de transporte humanitario en Colombia, una respuesta inmediata que brinda la OIM a refugiados y migrantes que requieren movilizarse al interior del territorio nacional o a otros países de la región. Así, se busca ofrecer protección a quienes deben trasladarse temporal o permanentemente. En el caso particular de Medellín, a corte de junio más de 2 mil nacionales venezolanos han sido beneficiados por este apoyo.

Esta acción hace parte de la estrategia de respuesta inmediata en atención humanitaria de la OIM, con la cual se busca solventar las necesidades más urgentes de la población en tránsito y así promover una migración segura, ordenada y regular. Otros servicios que también hacen parte de esta iniciativa, apoyada financieramente por la Oficina de Población, Refugiados y Migración de los Estados Unidos (PRM), son los Puntos de Referenciación y Orientación (PRO) y los Alojamientos Colectivos Temporales.

“De migrar siempre me queda la experiencia de conocer otro mundo y retarme a vivir con otra forma de vida. Así como la música es universal y encuentra su camino sin importar las fronteras, uno no debe ponerse frenos a la hora de buscar sus sueños. Papá visitó varios países con su música y de no haber sido así yo no estaría ahorita contando esta historia. Me queda el agradecimiento con todos los que me ayudaron, especialmente con la OIM, y no tenerle miedo a migrar”, dice, para luego tararear ‘Cuando llora mi guitarra’, su canción favorita del maestro Jaramillo.

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 17 - ALIANZA PARA LOGRAR LOS OBJETIVOS