Camilo Adrián Castrillón es un joven de 24 años, que vive en la vereda Canadá Escocia del municipio de Icononzo (Tolima). Cada día realiza una labor que es vital para la comunidad: acercar la salud y brindar amistad.

Formado como Técnico Laboral en Salud Pública, actualmente se desempeña como Gestor Comunitario del Proyecto Salud para la Paz, ejecutado por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), gracias al apoyo del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el Sostenimiento de la Paz (MPTF) y bajo el liderazgo técnico del Ministerio de Salud y Protección Social.

Camilo realiza actividades educativas para prevenir el contagio por COVID-19, caracteriza y detecta a la población vulnerable, orienta sobre temas de salud sexual y reproductiva, apoya a los profesionales epidemiólogos, jefes de enfermería, trabajadores sociales y hace propuestas a la red de vigilancia con base comunitaria para que, en cada vereda, haya líderes que tengan capacitación, y puedan reportar situaciones de salud o desarrollar acciones en su comunidad.

Para llegar a este escenario, Camilo tuvo que pasar por diversas experiencias que marcaron su carácter y le ayudaron a descubrir su vocación de servicio.

La niñez, un inicio complejo

Camilo nació en Melgar (Tolima) un 25 de octubre de 1995, pero su corazón está con Icononzo.

Sus padres administraban fincas, pero el trabajo no siempre era estable. Por tal razón, tuvieron que desplazarse por diferentes lugares. Estudiaba de forma intermitente porque la escuela quedaba lejos. “Una dificultad que tuve es la de no poder hacer amigos, porque siempre estábamos de paso”, recuerda Camilo. 

Tras intentar en varios municipios, finalmente, en 2002, su familia se estableció en la vereda Canadá Escocia.

A los 11 años tuvo que vivir la separación de sus padres lo cual, además de ser una fractura familiar, generó una crisis económica. “Mi niñez estuvo marcada por problemas en la familia. Mi señora madre se divorció de mi padre porque había muchas situaciones de violencia en el hogar”, comenta.

A este escenario se sumó el arribo a la región de grupos armados que sembraron el miedo entre la comunidad. “Cuando yo estaba en sexto de bachillerato había reclutamiento de niños y jóvenes en el municipio", recuerda.

Un episodio, que quizás sea difícil de olvidar, sucedió una mañana cuando un grupo de hombres armados arribaron a su casa pidiendo a su madre que entregaran a Camilo o que desalojaran la vivienda. “Usted tiene que darnos a su hijo o se van de la casa”, advirtieron los hombres. Camilo tuvo que huir hacia Melgar.

Los meses siguientes no dejaron de ser complejos. Gracias al apoyo de las autoridades pudo retornar a su casa encontrando a su madre y hermano con muchas carencias. “El siguiente año traté de estudiar, pero había muchas dificultades económicas. La familia no contaba con la ayuda de mi padre. No había para comprar un par de zapatos y me tocó salir a buscar trabajo".

Las dificultades económicas y el peligro de las drogas en Icononzo

La historia de Camilo encarna la situación de muchos jóvenes de esta región que, como resultado de las dificultades económicas, no pueden estudiar y se dedican a las actividades agrícolas .

Los jóvenes de Icononzo y sus veredas están expuestos a expendedores de sustancias psicoactivas. Según explica Leandro Segura Gómez, coordinador de la Oficina de Desarrollo Social en Alcaldía de Icononzo, el expendio de estas sustancias es un problema que aqueja a la región y aunque - asegura – se tiene controlado, no deja de ser una preocupación sobre todo en el área urbana.

El llamado para servir a la comunidad

En medio de este escenario Camilo siempre sintió la vocación de servicio y la inquietud de ayudar a las personas. “Uno como joven muchas veces está en su casa encerrado, viendo televisión o con su celular. A mí siempre me ha gustado hacer algo. Esto ayuda a fortalecer la mente y no pensar en cosas que no debe”.

Para Camilo, el trabajo con la comunidad representó un desafío y un anhelo. Estuvo involucrado en aportar con ideas para resolver varias necesidades en su vereda, como por ejemplo la potabilidad del agua. "La vereda donde yo vivo no tiene tantas necesidades como otras, sin embargo, hay varias como el agua potable y el saneamiento básico". 

En 2018 su vida empezó a cambiar. Por un lado, el oficio de reparar computadoras le ayudó a ganarse la confianza de la comunidad y, a la vez, le generó un ingreso económico. Y por otro, se le presentó una oportunidad de transformación. 

Un día se encontró con una amiga que le comentó que estaba postulando para el proceso de fortalecimiento de capacidades en jóvenes en el Área de Técnico laboral en Salud Pública, que impartía el Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA con apoyo de la OIM Colombia. Esta convocatoria le llamó la atención y tras conocer los requerimientos decidió postularse. Recuerda que representantes del SENA se comunicaron y le invitaron a una entrevista.

“Me preguntaron ¿Por qué salud pública? Yo respondí: porque me parece interesante el servicio comunitario y tengo un ideal: no pude elegir una carrera, no pude pagarla; pero entonces la que yo pueda estudiar lo haré con esfuerzo, con ánimo y con amor”.

Camilo, durante diez intensos meses, se formó en salud pública en Popayán (Cauca). “Lo más bonito de ese proceso fue que le enseñaban a uno y luego se hacía la práctica", destaca.

Para concluir con su formación, Camilo realizó sus prácticas en el Hospital de Sumapaz donde lo asignaron como enlace comunitario entre el hospital y los usuarios, para la atención al usuario y actividades como promoción y prevención en salud, prevención de enfermedades transmitidas por vectores, vacunación, jornadas de salud rural y salud visual, entre otras.

Esta experiencia le permitió a Camilo conocer la realidad de la salud de la comunidad. “Por ejemplo, encontré muchas personas que no sabían que eran hipertensas”, comenta.

Roció Villar es administradora financiera y regenta el Hospital de Sumapaz hace más 20 años. Recuerda con gratitud el paso de Camilo por esta institución en el año 2019.

 

Luego de su práctica, en 2020 fue contratado por el Hospital de Sumapaz que lo asigna en el Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación - AETCR Antonio Nariño de Icononzo, para el desarrollo de acciones de Promoción y Prevención con el fin de evitar el contagio por COVID-19, además de otras actividades. 

Johana Maira Gómez Gutiérrez, es encargada de salud del AETCR  Antonio Nariño, recuerda que la labor de Camilo se destacó por la eficiencia en los procesos y la cercanía y solidaridad con las personas. “Si se enfermaba alguien siempre estaba disponible para ayudar, así no fuese su responsabilidad”, comenta.

 

Salud para la Paz transforma vidas

El trabajo realizado en el ETCR lo catapultó para que la OIM lo seleccionara en su convocatoria, para la conformación de Equipos Territoriales de la segunda fase del proyecto Salud para la paz, en el componente de promoción y prevención de la COVID-19. 

Salud para la Paz es un proyecto que busca el fortalecimiento de capacidades del personal de la salud de los hospitales locales y de los líderes comunitarios, para mejorar el acceso a servicios integrales de salud. Beneficia a las comunidades del área rural de 25 municipios de 14 departamentos donde se ubican los 26 Antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (AETCR). 

“La posibilidad de trabajar con OIM es muy bonita. Aquí es donde uno se siente agradecido con la vida, con quienes le dan la oportunidad y sobre todo con Dios. Se siente gratificante porque uno puede desarrollar un trabajo y ayudar a la comunidad”, destaca Camilo.

Camilo desempeña varias funciones como Gestor Comunitario en Salud, pero la más importante es acercarse a la comunidad con una voz firme, pero amable, con una sabiduría que no corresponde a su edad, pero que le da la posibilidad de generar verdaderas conexiones humanas. Los aportes que ha realizado este joven, como resultado del proceso de formación, gracias al SENA y a la OIM, se ven reflejados en la mejora del acceso a la salud en Icononzo y sus veredas.

Rafael Beltrán Díaz es pintor y soldador, vive en la Vereda Canadá Escocia y conoce a Camilo hace 20 años. A su juicio, la acción que realizan los gestores del proyecto Salud para la Paz se evidencia en la permanente visita a las veredas, la consulta del estado de salud de los vecinos, y la orientación en prevención del COVID-19 a la comunidad. “Desde que Camilo está trabajando con la OIM ha madurado mucho y está más entregado a la comunidad”, destaca.

La comunicación y el contacto directo que tienen los gestores en salud con la comunidad es otro elemento que se valora. Rocío del Villar señala, que Salud para la Paz, a través de Camilo, se ha visto reflejado en acercar los servicios de salud y generar confianza. “La participación de Camilo en este proceso es importante por la capacidad de escucha, entendimiento y el empoderamiento que tiene con los procesos a su cargo. La comunicación es fundamental con la comunidad”, señala.

El camino que tiene por recorrer Camilo es largo, y la vida recién empieza a mostrarle los horizontes que tiene. Sin embargo, las experiencias que le tocó vivir le permiten decir a otros jóvenes de Icononzo y de toda Colombia que “hay oportunidades que llegan, que surgen, que hay que buscarlas y que no hay que rendirse ante las adversidades económicas, sociales o familiares”.

 

 

SDG 3 - SALUD Y BIENESTAR