Con la sinfonía de aves, grillos y chicharras, entre el río y el monte, nació Addo Oved Possú Dinas, hijo de Puerto Tejada, municipio del norte del departamento del Cauca. Addo creció escuchando anécdotas familiares e historias sobre las gestas libertarias de sus antepasados en Monte oscuro y El Palo, palenques que existieron en la región norte del departamento. Así, se formó en él un espíritu lleno de orgullo por su historia. Su infancia transcurrió entre juegos, alegría y las necesidades propias del territorio. Su casa estaba ubicada cerca a la salida del sur de Cali, y en frente estaba instalado el grupo folclórico Cauca Grande. Addu afirma que Casa Grande es el grupo más emotivo que conoció en su vida, y por eso desde la primera vez que lo visitó, no volvió a salir de allí:

“El grupo tenía como base el torbellino y la juga y disfruté mucho ese momento. No se me olvida su música y la interpretación coreográfica, … desarrollaban algo que me llamaba mucho la atención que es la esgrima de machete y bordón*”, comenta Addo-Addo acostumbraba a quedarse junto al portón de madera, al lado de los músicos, mientras en la parte posterior ensayaban los bailarines. Ahí, gracias a su inclinación colaborativa y generosa, conoció el susurro del guasá y la cabalgadura rítmica del cununo, el golpe seco del tambor y el seseo de las maracas. Era tal su pasión por el espacio y lo que allí sucedía, que lloraba cuando no podía ir. Con el tiempo, se hizo muy amigo de la mayoría de los músicos, y eso sirvió como motivación para que en su vida iluminara el camino del folclor del Pacífico.

Años más tarde, su familia se mudó a la ciudad de Cali. Llegaron al oriente de la ciudad, una zona que históricamente ha recibido grandes olas migratorias, especialmente del Pacífico colombiano. En la ciudad logró convencer a un grupo de compañeros para hacer un trabajo de investigación en la costa pacífica, iniciado en Timbiquí y Guapi en el departamento del Cauca. Durante ese viaje compartió con los maestros Adriano Granja y José Torres, este último padre de Gualajo**. “Ese fue el enganche perfecto para el resto de mi vida”, concluye Addo cuando rememora estos primeros pasos.

En estas regiones del Pacífico aprendió, a la altura de corte del bambú o la palma de chonta, que los árboles se cortan con la luna en menguante porque al amanecer la sabia se concentra en las raíces, y con el calor del día asciende por el tronco y las ramas y esto facilita el corte; asimismo, supo cómo algunos maestros tuvieron que anochecer en medio de la selva -con la marimba en su costado- hasta que percibieran el humo y el olor a azufre y, luego de una confirmación del anhelo de convertirse en maestro, el espíritu les concedía el deseo.

El conocimiento que vino de esas experiencias con las comunidades del pueblo negro las llevó a Cali, en donde fue pionero en la lutería, el arte de la elaboración de instrumentos musicales, dado que en la ciudad se comercializaban aquellos que traían del norte del Cauca o que llegaban de Buenaventura.

Addo se ha mantenido en el proceso de aprendizaje tradicional de la lutería. No solo conserva lo que recibió de sus maestros, sino de todas las personas que lo han acompañado en su proceso. Así, el “maestro Addo, como es conocido por la comunidad del Pacífico, le ha apostado a la pervivencia de sus saberes a través de Katanga***, una de las primeras fundaciones dedicadas a la enseñanza del folclor en Cali.

 

En el marco de la alianza entre el Programa Inclusión para la Paz, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Corporación Cultural y Social Currualao - (CORPOCURRULAO) que busca visibilizar el aporte de los pueblos étnicos al desarrollo del país y la circulación de contenidos étnicos, el maestro Addo y la fundación Katanga se convierten en un referente de las comunidades afrocolombianas, en este caso, por mantener y conservar el patrimonio cultural e inmaterial de Colombia del cual hacen parte instrumentos musicales como la marimba de chonta.

Con Katanga, Addo se propone consolidar el mercado regional, nacional e internacional de los instrumentos folclóricos del Pacífico elaborados de forma tradicional, al tiempo que hace de la experiencia ancestral una posibilidad de educación, superación económica y reconocimiento étnico de la generación actual, porque los instrumentos musicales de la región pacífica son un símbolo sonoro de la grandeza nacional.

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*Esgrima de machete y bordón: Es un arte marcial practicada, principalmente, en la subregión del norte del Cauca. (https://www.semana.com/impresa/articulo/la-esgrima-de-machete-y-bordon-el-arte-marcial-del-pacifico/78727/)

**Gualajo es el sobrenombre de José Antonio Torres Solís, quien fue, quizás, el intérprete de marimba más importante del Pacífico colombiano. Fue artista, compositor, constructor de instrumentos, profesor e intérprete de la marimba de chonta, y tuvo una extensa carrera musical llena de logros y penurias como muchos músicos tradicionales de Colombia. Los detalles de esa trayectoria, que pasó por Buenaventura, Cali, Bogotá y decenas de países de distintos continentes, fueron narrados por el poeta Alfredo Vanín en el libro “El hombre de las marimbas encantadas”. (https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/quien-era-gualajo-inteprete-de-la-marimba-de-chonta-222404)

*** Katanga: Katanga se desarrolla en dos frente: por un lado, la Fundación Katanga que busca conservar y difundir el conocimiento tradicional y las prácticas folclóricas, realizando trabajo comunitario enfocado en la investigación y capacitación a través de la cultura como agente transformador de la sociedad; y por otro lado, Katanga, un grupo de personas dedicadas a la conservación y difusión de la cultura tradicional colombiana por medio de la fabricación de instrumentos musicales folclóricos. (https://fundacionkatanga.wixsite.com/katanga/sobre-nosotros).

Fotos cortesía: Addo Oved Possú Dinas

 

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