Joao Echavarría, pertenece al Grupo Olaya Clandestina de la ciudad de Medellín. Un joven que lleva ocho de ellos luchando por lograr que el rap sea un estilo de vida, que simbolice la reconciliación y las oportunidades.

Cansado de que este ritmo sea asociado a las armas y los vicios, Joan se ha dedicado a componer letras que invitan a pensar. Para ello, busca cada año que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes se sumen a su colectivo, donde el arte crea nuevas narrativas, esas que nacieron en el salón de la parroquia y que hoy requiere de un mayor espacio para seguir alcanzando sus sueños.

Para él, Parceros, la iniciativa generada desde la Secretaría de Seguridad y Convivencia de la Alcaldía de Medellín, y que cuenta con el apoyo de USAID y la OIM es la mejor manera de aprender para consolidar su emprendimiento y transmitir cada enseñanza a su comunidad. “En esta iniciativa los procesos se han afianzado más, tenemos más criterios y más cosas que brindarles a los jóvenes; queremos desestigmatizar…El Rap no es irse a cantar y hablar de drogas y armas, es una forma de vida, es una forma de sustento, es una forma de nosotros mostrarle a la gente lo que sentimos. Con nuestras rimas, con nuestras prendas, con nuestros mensajes, es una forma de decirle a los jóvenes tú puedes, hazlo cantando, hazlo bailando, hazlo dibujando, no tienes que conseguir plata disparando”.

Esta es la raíz de un proyecto de vida que gira en torno a un colectivo y que, para alcanzarlo, se refuerza con un emprendimiento de publicidad. “Todo necesita publicidad y nosotros podemos hacerlo”. Esta iniciativa que además apoya su pareja les permite trabajar en equipo para complementar las ideas del negocio. Por ello, han pedido como parte del fortalecimiento dos computadores, uno para el diseño y otro para ayudar hacer tareas a los niños del barrio. “Cada vez que nos ayudan, podemos hacer más como comunidad” es una de las ideas que resurgen en la cabeza de Joan cuando habla la iniciativa empresarial, en las que nunca se pierde el foco de aportar a los niños del barrio, y por qué no, de la ciudad.

“Para nosotros, que entidades como la OIM y USAID nos rodeen es la fuerza para hacer que esta zona de confort sea una zona más grande, eso es lo más valioso porque estos apoyos nos permiten salir de ciertas cosas. Con este apoyo, sumado a nuestro esfuerzo, es que logramos transformar… ¡porque vamos a tener con qué!”

Esta la mentalidad de un joven que salió del barrio Castilla a causa de la violencia y que eligió un nuevo lugar para consolidar su futuro con disciplina y amor por lo que hace. Por ello, cuando se le habla del mañana solo puede sonreír mientras se le aguan los ojos y afirma “desde pequeño nos preguntan que queremos ser, pero no nos orientan para saber cómo podemos serlo.  Además, el concepto del barrio es que somos pobres, y entonces porque no tenemos, no podemos, pero eso es mentira, porque antes nosotros podemos más porque nos esforzamos más para lograrlo” y esto es lo que definitivamente expresa entre palabras y acciones, y que lo posiciona como un líder que construye un nuevo tejido social que le apuesta a la reconciliación, al trabajo en equipo y a la paz.