El 19 de agosto de 2019 es una fecha que Luisa* no olvidará. Ese día, el rumbo de su vida pasó de escribirse en Venezuela, a reescribirse en Colombia. Con sus hijos de 9 meses y 4 años, migró en busca de mejores horizontes. Desde ese momento, emprendió una travesía por distintos lugares del territorio nacional. Desde un alojamiento de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la región del Tolima, ella nos cuenta su historia. 

*Algunos nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de sus protagonistas.

Dejar el frío de su casa en Venezuela, para darle la bienvenida al calor de Cúcuta y así reescribir su vida fue la decisión que tomó Luisa*, quien junto a su esposo y dos hijos migró con el sueño presente de tener una vida mejor.

“Llegamos a Colombia el 19 de agosto de 2019. En ese entonces solo éramos mi esposo, mi hijo Juan* de cuatro años, y yo. De tres pasamos a ser cuatro, hace nueve meses con la llegada de mi bebé, Martín*. Desde que pusimos un pie en este país, no nos ha faltado el apoyo. Colombia es muy bonito y en todo lado te abren las puertas”, cuenta Luisa* sobre aquel viaje que inició hace tres años. 

Norte de Santander, Valle del Cauca, Cundinamarca y, ahora Tolima, son las regiones en las que ella y su familia han ido dejando una huella. La “lucha”, como ella ha denominado su trayecto migratorio, ha estado enmarcado en buenos momentos y otros retadores. Con cada instante vivido nos afirma que solo se le ha fortalecido el carácter y la afianzado el sueño de dar a sus hijos lo mejor de la vida.

“Me vine a Colombia con el sueño de darle lo mejor a mis hijos... Sueño con darles una vivienda estable, su comida y educación. Que estén alejados del peligro: esa es nuestra lucha”, agrega.

Mientras Luisa* nos comparte su historia desde un alojamiento de Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Tolima, su hijo Juan* la interrumpe y toma el rumbo de su historia. Para él, lo mejor de estar en Colombia es cada uno de los juguetes que ha podido ir recolectando y que espera enseñar a sus abuelos “Aquí he sido feliz y tengo juguetes. Quiero enseñárselos a mis abuelos, pero ellos están en Venezuela”, comenta.

La mirada de Luisa* evidencia el significado de sus hijos para ella. Ante el sol y la lluvia que a veces acompañan el tránsito para buscar un hogar, ella los defiende a “capa y espada”, y su piel es el registro de su faceta como caminante. “Estar a la deriva duele, pero las personas nos han dado tantas ayudas que solo nos queda decir gracias. En cada territorio al que vamos, alguien de la OIM nos da una mano, una guía”. 

La meta de esta familia, para los próximos meses, es seguir trabajando en sus sueños a la par que Luisa* recuerda lo mejor de este tránsito. “Me quedo con la humildad y la paciencia que fortalecen al caminante. También, el amor y cariño que los colombianos nos han dado a los migrantes: eso da vida. Todos somos hijos de la tierra. Espero que los pasos de mis hijos vayan más allá de los míos”, concluye. 

Los alojamientos temporales son espacios de protección en los que refugiados y migrantes acceden a asistencia humanitaria integral, incluyendo alimentación y artículos no alimentarios (NFI), durante un tiempo determinado. Estos lugares contribuyen a mejorar sus condiciones de vida al facilitar el suministro efectivo de asistencia. Este servicio de asistencia humanitaria es posible gracias al apoyo financiero de La Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) de los Estados Unidos.

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 17 - ALIANZA PARA LOGRAR LOS OBJETIVOS