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Uno entre muchos: el caso de una víctima de explotación sexual

Uno entre muchos: el caso de una víctima de explotación sexual

Mariela* había perdido su trabajo. Vivía con sus padres, sus hermanos y su hija de 15 años. El padre de la niña había muerto, y todos en su familia estaban desempleados.

Su situación, sumada al desespero de conseguir el sustento diario, eran conocidos por un supuesto amigo de la familia que la invitó a trabajar en China. Le prometía un cargo en una compañía de logística.

Tras unos meses de duda, cuando su situación económica se hizo insostenible, ella aceptó la propuesta, confiando en la cercanía con el hombre e idealizando el bienestar económico y las conexiones que este demostraba tener.

Con la ilusión de ganar alrededor de 4 millones de pesos colombianos mensualmente (el salario mínimo en el país era cercano a los 700 mil pesos), decidió correr el riesgo de viajar a ese país asiático para trabajar. En 10 días y a través de las gestiones realizadas por su supuesto amigo, tuvo lista su documentación y emprendió un viaje solitario desde Colombia, haciendo un recorrido que la llevó de Medellín a Bogotá, de allí a Francia, luego hasta España, Arabia Saudita y, finalmente, China.

Pero cuando llegó allí, se dio cuenta de la difícil realidad: si quería vivir, debía realizar trabajo sexual, y entregar por lo menos 85 dólares diarios para pagar los 15 mil de una deuda que, ahora, le cobraban por los trámites de su visa y los tiquetes aéreos que la llevaron hasta allá.

No tenía opción. No conocía a nadie, no hablaba el idioma y estaba amenazada de muerte. Así que, de repente, pasó de ser una mujer desempleada en Colombia a ser una víctima de trata de personas en China.

La trata de personas es una de las más graves violaciones a los derechos humanos: atenta contra la dignidad, la integridad y la autonomía de las personas. Es, además, una actividad, en la cual el lucro se basa en la explotación de seres humanos. Este delito, que se ha convertido en una red criminal multimillonaria, se comete cuando una persona capta a otra, para ser explotada, generalmente, en otro lugar. La obligan a ejercer actividades en contra de su voluntad, limitando su libertad de movimiento. Un tercero se beneficia económicamente de ello.

Los tratantes, por su parte, son todas aquellas personas que intervienen para la consecución del delito. Esto es captar, trasladar, acoger o recibir a una persona, dentro del territorio nacional o hacia el exterior, con fines de explotación.

A Mariela la forzaron a trabajar en prostitución aún en días en los que estuvo enferma. Soportó golpes y le negaron asistencia médica y acceso a alimentos y bebidas. Retuvieron su documentación y restringieron su movilidad.

Después de un tiempo, sus tratantes la enviaron a Tailandia, donde una noche consiguió algo más del dinero que debía entregar por día y logró escapar. A través de un amigo suyo que vivía en el extranjero, logró ponerse en contacto con la Embajada de Colombia en ese país, la cual, a su vez, la remitió a una organización de la sociedad civil de apoyo a víctimas de trata de personas.

Su deseo natural era regresar a casa y encontrarse con su hija, con su familia, pero le embargaba el miedo de toma de represalias por parte de los tratantes. Sus parientes no tenían idea de lo que estaba pasando, y el supuesto amigo que la llevó hasta China podría hacerles daño si se enteraba de que ella había escapado. Por esto, llegó a tener depresión y hasta ideas suicidas. Por fortuna, el soporte que encontró en las autoridades le permitieron salir adelante.

De esta historia ya pasaron algunos años. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) intervino en su caso y ahora ella, de vuelta en Colombia, tiene un pequeño negocio con el que está procurando su estabilización económica. Además, recibió un subsidio para los gastos escolares de su hija y recibe apoyo para el pago de sus necesidades básicas.

Como el caso de Mariela, 566 casos más de trata externa —que ocurre cuando la persona es captada en su país de origen y es trasladada a otro país para ser explotada— han sido reportados en Colombia entre el 2013 y el 31 de octubre de 2020, según datos del Observatorio de Delitos de Trata de Personas del Ministerio del Interior. Muchos otros casos quedan en el silencio y aún no son reportados.

 

Mecanismos de reporte de casos de trata de personas

El Gobierno Nacional ha dispuesto de diferentes canales de atención para recibir reporte de casos de trata de personas. La aplicación móvil LibertApp es uno de ellos. Desde cualquier lugar del mundo cualquier persona puede descargar esta aplicación móvil de Migración Colombia, para reportar un caso de trata de personas. Las víctimas pueden pedir asistencia mediante un ‘botón de pánico’. La app se encuentra disponible de manera gratuita desde las plataformas Android e IOS,  en idioma inglés y español.

Además, con esta aplicación móvil, cualquier persona puede conocer más sobre el delito de trata de personas, así como acceder a las ubicaciones y números de contacto de los Consulados de Colombia en el exterior, en caso de requerir asistencia.

Igualmente, el Ministerio del Interior ha dispuesto de Línea Gratuita Nacional contra la Trata de Personas 01 8000 52 20 20, a través de la cual se pueden reportar casos o pedir ayuda.

*Nombre cambiado para proteger la identidad de la víctima

 

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