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Si la vida da un vuelco, los sueños también

Si la vida da un vuelco, los sueños también

Tener una casa donde esté cómoda con su esposo y sus tres hijos, es el sueño de Anyela Martínez ahora que migró desde La Victoria -en su natal Venezuela- a Arauca, ciudad colombiana ubicada en la frontera. Ese sueño ya lo había cumplido en su país, donde tenía incluso una parcela con animales y cosechas para su consumo y su sostenimiento. Sin embargo, a finales de marzo de este año, cientos de familias como la de Ányela llegaron a Colombia, cruzando el río Arauca en canoas. 

Su primera parada fue en Arauquita, un municipio de 40 mil habitantes que entre marzo y abril recibió una inusitada afluencia masiva de personas. Según el Grupo Interagencial de Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM), entre el 21 de marzo y el 8 de abril llegaron casi 6 mil, entre los que se encuentran colombianos retornados, personas con doble nacionalidad y nacionales venezolanos, como Ányela y su familia. 

Tras su llegada, tuvieron la oportunidad de encontrarse con miembros de la ONG Apoyar, socio implementador de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para la provisión de asistencia humanitaria en alojamiento temporal. La ONG Apoyar, ubicó a la familia en un albergue en la ciudad de Arauca, donde han podido descansar en un ambiente seguro, alimentarse, bañarse, acceder a servicios de lavandería y kits pedagógicos para sus hijos de 4, 6 y 10 años. 

Con el respaldo de la OIM, a través de ONG Apoyar, Ányela y su familia pudieron sortear una emergencia médica de uno de sus niños, gracias al servicio de transporte humanitario ofrecido para llegar a un hospital donde recibió los cuidados necesarios para ser atendidos y recuperarse. 
Según datos de Migración Colombia, antes de la llegada masiva de nacionales venezolanos en el mes de marzo, a raíz de la contingencia en la frontera, en el departamento de Arauca se encontraban radicados más de 44 mil nacionales venezolanos.  

Para responder a esta situación, la OIM, con el apoyo financiero de la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos, adaptó la respuesta humanitaria al contexto de emergencia en articulación con la administración municipal, el Gobierno Nacional, el Grupo Interagencial de Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM) y organizaciones locales como la ONG Apoyar.

Con ese propósito, desde el Punto de Referenciación y Orientación (PRO) de la OIM, más de 270 personas han recibido asistencia, a través de entregas de kits humanitarios, jornadas de prevención de contagio por COVID-19 y actividades para la prevención de trata de personas, riesgos a los cuales se ven expuestas las personas que migran en contexto de emergencia. 
Por otra parte, desde el PRO-MÓVIL se ha brindado atención psicosocial, atención médica para mujeres embarazadas y lactantes y referenciación a la Registraduría Nacional del Estado Civil para evitar la apatridia en niños y niñas nacidos en Colombia, hijos de padres nacionales venezolanos. 

Así como Ányela Martínez y su familia, otros grupos familiares se han beneficiado del transporte humanitario hacia alojamientos dignos, en los que también reciben kits de bioseguridad, kits de hábitat con almohada y cobijas, y kits de cocina y menaje, entre otros.

La OIM también ha procurado atención en salud para los refugiados y migrantes venezolanos a través de la Empresa Social del Estado (ESE) Moreno y Clavijo en alojamientos temporales de Arauca, en donde se realizan jornadas de atención médica y psicológica, así como distribución de medicamentos a través de recaudos por donaciones en coordinación con la Fundación Banco de Medicamentos. 

La familia de Ányela ha sido una de las beneficiarias de estas oportunidades gracias a las cuales ella y su esposo tomaron la decisión de quedarse y rehacer su vida en Colombia. Para ganarse la vida, planean vender café mientras regularizan su situación migratoria. Con la documentación en regla, esperan apostar por un empleo formal que les permita cumplir el sueño de volver a tener un hogar y montar un restaurante en el que puedan trabajar y prosperar. 
Para los niños encontraron un colegio que les abrió las puertas y están haciendo los trámites de matrícula. Mientras van organizando su estadía y la vida vuelve a sonreírles como lo hacía al otro lado del río, han tenido acceso a Internet para reestablecer el contacto y la comunicación con sus familiares.