Jarvis Sánchez se ha encargado de llevar cultura, arte y entretenimiento a los jóvenes de la comuna 8 de Medellín. Con el Programa de Estabilización Comunitaria de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), logró un impulso para hacer crecer su gestión.  

 

Unas cuarenta personas han pasado por la casa de Jarvis Sánchez desde hace dos años, cuando llegó de Venezuela para instalarse en la Comuna 8 de Medellín.  Son muchos los compatriotas que ha visto en busca de un nuevo destino, pero muchos más los que ha apoyado con su talento artístico y sus ganas.  

 

A sus 31 años, es presidente y representante legal de la Corporación Generación Pjota (Pazaporte de Jóvenes con Talento) como decidió nombrar la agrupación cultural con la que ayuda a que otros jóvenes nacionales venezolanos y de la comunidad de acogida, desarrollen habilidades artísticas.  

 

“Creamos eventos, obras de teatro, títeres, hacemos recreación… y apoyamos con voluntariado para ayudas sociales”, dice este abogado y comunicador que habla de corrido, adelantándose a las curiosidades de su interlocutor.  

 

Como también se encarga de crear contenidos audiovisuales independientes, está alistando un canal de Youtube para personas, que cómo él, en un punto de su historia de migración requieren información básica de salud y rutas de acceso. Por ahora, ofrece un repertorio de arte y cultura que es el mundo en el que se siente cómodo y en el que las horas se le pasan con gusto. Para Jarvis, cualquier otro trabajo carece de esa emoción que le generan las presentaciones y los espectáculos.  

 

Sin embargo, tuvo que hacer algunos oficios para sostenerse recién llegó a Colombia. A pesar de sus convicciones, decidió abandonar su país forzado por las circunstancias y la necesidad de conseguir alimento y oportunidades.  En Medellín lo esperaba uno de sus siete hermanos, quien lo acompañó en ese nuevo comienzo que resultó más duro y difícil de lo que imaginaba.  

 

Después de haber creado el canal de televisión de Lagunillas, en el estado Zulia, y haber empoderado a otros jóvenes en su país, resultó trabajando en puestos de comida rápida, en obras de construcción y vendiendo dulces, empanadas y postres en las calles de Medellín. Un panorama muy diferente para Jarvis pero en el que, sin duda, encontró una oportunidad para conocer gente y abrirse camino.  

 

Y así fue. En ese oficio se topó con un gestor cultural con el que logró expandir su talento y desde entonces se ha dedicado a generar y crear cultura con la que, además, se empeña en transmitir un mensaje contra la xenofobia.  Ya lleva cuatro años en Colombia y presenta su balance así: : el primer año fue de reconocimiento, el segundo de planificación, en el tercero le dio vida a la corporación y en el cuarto se está reinventando.  

 

La pandemia obligó al equipo de la Generación Pjota a cambiar sus rutinas y a reducir -en muy buena medida- la agenda de espectáculos, pero ha sido una ocasión para reforzar los lazos de solidaridad que ha tejido durante todo este tiempo tanto con sus compatriotas como con los demás vecinos del lugar. 

 

“Nos hemos apoyado mucho con vivienda y con comida”, dice, contento de que su grupo es ahora más una red de amigos que un grupo de trabajo. Y, sin embargo, pasan el tiempo creando y -produciendo contenidos.  

 

“Cuando estamos juntos creamos proyectos. Somos un equipo muy bueno y agradable”, señala por su parte Andreína Mota Díaz, quien comenzó siendo alumna de teatro y ahora es la asistente de Jarvis. Ella, también venezolana, ha trabajado independiente vendiendo frutas y jugos para sobrevivir, y ha encontrado en el colectivo una familia que la acoge. A escasos días de haber ingresado a Colombia se presentó a un casting, “y desde entonces todas mis amistades las he hecho en Generación Pjota. Nos ha tocado duro, pero hemos logrado un trabajo muy bonito”, dice orgullosa.  

 

En ese proceso de crecimiento y reinvención, este año la Corporación Generación Pjota recibió apoyo del Programa de Estabilización Comunitaria de la USAID que, implementado por la OIM con el acompañamiento de Microempresas de Colombia, le otorgará un capital con el que Jarvis planea adquirir vestuarios y equipo de producción audiovisual para enriquecer su trabajo.  

 

Como ellos, son 222 nacionales venezolanos, retornados colombianos y miembros de la comunidad de acogida quienes han recibido ese apoyo de USAID y OIM con el que también acceden a procesos de formación para fortalecer sus emprendimientos.  

 

Gracias a ese trabajo, Jarvis está reforzando sus competencias gerenciales y hábitos empresariales y está mejorando el manejo de la contabilidad de su corporación, con lo que espera seguir apoyando a otros. “Eso me hace sentir bien”, insiste al tiempo que refuerza una idea con la que se convence del destino que se está labrando.